martes, 12 de mayo de 2009

Reflexión

Buscadores de Amor…
Esa es, quizás, nuestra raíz y nuestra esencia, nuestra más profunda fuerza, lo que a veces nos rompe, pero otras nos sube al cielo. Podemos amar y ser amados. Vivimos anhelando encuentro, caricia, palabra de comprensión y reconocimiento.

Decimos de Dios, del que somos imagen, que es amor. Y cuando miramos alrededor y vemos a los otros, soñamos con vivir desde la cordialidad de unos brazos que se estrechan, unos ojos que se comprenden o unas manos que se enlazan.

1. Un amor con muchos nombres
“Como el Padre me amó, yo os he amado a vosotros. Permaneced en mi amor” (Jn 15,9)

El amor tiene muchos nombres, muchos rostros, muchas formas. Tiene innumerables historias. Es amistad, fe, pasión, enamoramiento; es fraterno, filial, paterno; es compasión por las vidas heridas o anhelo por lo que está por vivir.

Es encuentro, quietud o tormenta. Es aceptación incondicional, y al tiempo fe en las posibilidades del otro.Amor es saber darnos. Y también saber pedir ayuda a aquellos en quienes confiamos. Es disfrutar de la presencia y echar de menos en la distancia. Es celebrar juntos la vida y llorar juntos los golpes. A veces es sed, y otras manantial que sacia los anhelos.

Es señal de que estamos vivos, y hay ocasiones en que la vida es canto, y otras en que es añoranza.

Repasa tu historia de amor: ¿Qué nombres son importantes en tu vida?

2. Un amor que se construye
“En mi lecho he buscado al amor de mi alma. Búsquele y no le hallé. Me levantaré, pues, y recorreré la ciudad. Por las calles y plazas buscaré al amor de mi alma” (Ct 3, 1-2)

A veces lo mitificamos un poco. Mitificamos el amor como algo que, sorpresivamente, llega, como caído del cielo. En realidad no podemos exigirlo ni forzarlo. No podemos comprarlo ni obligar a nadie a correspondernos. Lo único que está a nuestro alcance es amar (y, quizás, en el camino, hacernos amables).

A nuestro alcance está abrir las puertas e invitar a los otros a entrar en nuestra vida. Salir a los caminos para estar asequibles a otras vidas –y no aislados en murallas que nos hacen inasequibles. Lo que está en nuestra mano es construir, con nuestras obras, nuestra palabra y nuestra vida, espacios donde los otros puedan sentirse en casa.

¿De qué manera haces el mundo un poco más amable?¿Qué pasos das para convertir el mundo en casa?