viernes, 29 de agosto de 2008

Para pensar




Al envejecer, descubro cada vez más que el don más grande que tengo para ofrecer es mi alegría de vivir, mi paz interior, mi silencio y mi soledad, mi sentido del bienestar. Cuando me pregunto: «¿Quién me es de más ayuda?», debo responder: «Aquel o aquella que esté dispuesto a compartir conmigo su vida».


Podemos tener sólo pocos talentos, pero tenemos muchos dones. Nuestros dones son los muchos modos a través de los que expresamos nuestra humanidad : amistad, bondad, paciencia, alegría, paz, perdón, amabilidad, amor, esperanza, confianza, etc. Estos son los verdaderos dones que hemos de ofrecer a los otros”…
Nouwen