martes, 9 de junio de 2009

Reflexión

Santísima Trinidad
Por Rita Morán

Siempre que llega la fiesta de la Santísima Trinidad, se nos plantea el problema de cómo enfocar el tema desde la óptica catequística y pastoral, para no hablar matemáticamente (uno solo, pero tres) como si se tratara de un teorema con tres incógnitas.

En la comunidad permanentemente nombramos a la Trinidad en las oraciones litúrgicas pero en nuestra oración personal es difícil que la devoción se dirija a la Santísima Trinidad, le rezamos al Padre, al Hijo o al Espíritu Santo.

Si bien existe límite de la razón humana para entender y captar el misterio de la Santísima Trinidad, no por eso dejan de ser verdad y realidad. Lo creemos no porque lo descubra la razón sino porque Dios nos lo ha manifestado y lo asumimos a través de la fe; dice San Agustín: “Si lo comprendes, no es Dios”...

Según los doctores de la Iglesia, la fe católica nos habla de que el verdadero Dios es una Trinidad, es decir que en una sola esencia o naturaleza divina hay tres personas, que son: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

No debemos pensar en Dios Padre como el que apareció primero, en Dios Hijo como que vino después y en Dios Espíritu Santo como quien llegó al final. Las tres personas son co-iguales, co-eternas y consustanciales, constituyendo un único y solo Dios.

Se entiende con esto que Dios Padre es el principio-sin principio, no fue creado ni engendrado; es solo por sí el Principio de Vida; es la vida misma. Dios Hijo quien es engendrado – no creado – por el Padre, quien vino a la Tierra para darnos la Sabiduría y la Verdad. El Espíritu Santo, quien procede del Padre y del Hijo; es como un soplo del Amor consustancial entre el Padre y el Hijo; realizando la acción santificadora de las almas.

Dios Padre es el Creador, Dios Hijo es el Redentor, y Dios Espíritu Santo es el Santificador. Lo importante y esencial es comprender que lo que una Persona hace , lo hacen todas; donde Una está, están las tres.

El misterio de la Santísima Trinidad es el mayor misterio que existe, donde se identifica el origen, plenitud y la culminación de toda vida, es decir donde se plasma el principio que es también la meta. Es indudable, que el lazo que une, es el Espíritu Santo, por eso decimos que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, siendo la respuesta consciente del Amor que surge entre ellos , que va del uno al otro.

Tres leños pueden hacer un solo fuego... en la Santísima Trinidad, Tres Personas hacen un solo Dios.