jueves, 19 de julio de 2012

El desapego, el árbol de la libertad

Esa noche había brotado y crecido súbitamente en el huerto del Pobre un árbol enhiesto, de altísima copa: el árbol de la libertad…
Al poner su vida en las manos del Padre, había entregado, como una ofrenda universal, todas las propiedades y apropiaciones (apegos); como consecuencia, naufragaron en el fondo de la nada todos los bienes constitutivos de su vida: deseos, designios, propósitos, ilusiones…, todo se redujo a cenizas en un inmenso holocausto.
Ahora bien, ¿en qué queda convertido aquél que voluntariamente se desprende de todo? Se convierte en la nada. A partir de este momento, el Pobre “era” la nada. Y a aquél que nada tiene y nada quiere tener, ¿qué le puede turbar? Siendo el miedo una descarga de energías defensivo-ofensivas desencadenadas para el resguardo de las apropiaciones (apegos), en esta noche, el miedo desapareció, como una estrella enloquecida, del horizonte de Jesús.

Larrañaga, Ignacio, El Pobre de Nazaret, Librería Espiritual, Quito, 1989, p. 277.