Sábado 11 / 9 a 17.30 hs.
18 hs. Santa Misa en la Plazoleta San Vicente de Paúl.
(Av. Castañares y Puán.)
La Misión
Por Rita Miran.
Jesús, envió a sus apóstoles a proclamar el Reino de Dios y a Curar según Lc 9,2. En ellos continúa su propia misión y a partir de ellos la sigue de generación en generación.
Misionar es en definitiva llevar al prójimo la Esperanza y la Palabra de Dios. Cualquier creyente puede cumplir con esta tarea, siendo un deber cristiano hacerlo.
Dar a conocer a Jesús es tarea diaria en el ámbito que frecuentemos; en nuestra familia, en nuestro trabajo, con nuestros amigos.
No olvidemos que la fe se fortalece “Dándola”. Los hombres que se alejan o quieren vivir al margen de Dios, negando su existencia son los hombres que aun no conocen a Cristo, que no han descubierto la gran verdad del amor de Dios.
La misión lleva a dar permanentemente, testimonio de palabra y de ejemplo con nuestra vida. Ante todo hay que seguir a Cristo, buscándolo para conocerlo, y poder penetrar en su misterio, y amarlo con todo nuestro ser.
Por medio de una profunda y sincera oración, alcanzamos a “ver a Jesús”, para después poder comunicarlo al mundo.
Seamos valientes, el mundo necesita de testigos de Fe y Amor. Estemos dispuestos para el compromiso de ayudar en la familia , en el trabajo y a todos aquellos alejados de Dios, mostrando a Jesús de las bienaventuranzas, al Jesús de la obediencia, al de la pobreza, al de la paciencia, al Jesús manso y humilde.
Unidos a Jesús en la oración descubriremos las necesidades de nuestros hermanos. La gran tarea es que todos los creyentes llevemos la Luz de Cristo a la vida diaria. La Fe no se debe vivir solo en lo intimo sino que debe manifestarse en la vida social quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Jesús está con nosotros como lo estuvo con sus apóstoles. La presencia de Cristo nos fortifica y nos sostiene.
Además de la oración, es necesario el Evangelio. A través del Evangelio, se descubre que Dios es la fuente de la verdadera Paz. Nunca teman predicar el Evangelio ante los indiferentes o los que no creen. Jamás, se debe perder la confianza en el poder de Dios que nos acompaña en la proclamación de la Palabra. Son muchos los que no conocen a Cristo o no lo conocen suficiente. Debemos tener valor de hablar de Cristo, de dar testimonio de nuestra Fe a través de nuestra vida, inspirado en el Evangelio.
Jesús confía en nosotros y cuenta con nuestra colaboración.