Editorial
Un año más nos disponemos a vivir el tiempo litúrgico del Adviento, tiempo en el cual nos preparamos para celebrar el gran acontecimiento de la Navidad, el nacimiento de nuestro Señor Jesús, Dios hecho Hombre para nuestra reconciliación. En este tiempo los creyentes son exhortados a prepararse a celebrar el aniversario de la avenida del Señor a este mundo, con mucha alegría y confianza. Se trata de redescubrir la centralidad de Cristo en la historia de la salvación, recordándolo como Mesías, Libertador y Salvador. Los personajes del Adviento son Isaías, figura de espera por la Salvación, Juan Bautista, figura de preparación y María Virgen de la esperanza y Madre del Salvador.
Isaías
Isaías es el profeta por excelencia del tiempo de la espera, está asombrosamente cercano, es de los nuestros, es de hoy. Lo está por su deseo de liberación, su deseo absoluto de Dios. Encontramos en Isaías ese poder tranquilo e inquebrantable del que está poseído por el Espíritu que anuncia, mostrando a su pueblo la ruina que le espera por su negligencia. Todo cede ante este visionario, emocionado por el esplendor futuro del Reino de Dios que se inaugura con la venida de un Príncipe de paz y justicia.
Isaías es el profeta por excelencia del tiempo de la espera, está asombrosamente cercano, es de los nuestros, es de hoy. Lo está por su deseo de liberación, su deseo absoluto de Dios. Encontramos en Isaías ese poder tranquilo e inquebrantable del que está poseído por el Espíritu que anuncia, mostrando a su pueblo la ruina que le espera por su negligencia. Todo cede ante este visionario, emocionado por el esplendor futuro del Reino de Dios que se inaugura con la venida de un Príncipe de paz y justicia.
María
La primera venida del Señor se realizó gracias a ella, por eso todas las generaciones la llamamos Bienaventurada. El día de la Anunciación comenzó en el tiempo la historia real de la salvación, la obra más grande de Dios. Grande es el misterio de la vida y mayor el de la vida humana. Pero infinitamente mayor es el misterio de la vida divina encarnada en un cuerpo humano para siempre. Hoy queremos aprender de ella el estremecimiento y humildad de cómo se espera y se prepara la venida de Emmanuel: Dios con nosotros. La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido devuelta en María. Madre de todos los hombres, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva. Durante todo el Adviento, se la evoca, se le agradece, se le canta y se la enaltece a aquella que fue la que accedió libremente a ser la madre de nuestro Salvador “ el Mesías, el Señor”.Que este tiempo sea propicio para incrementar nuestro amor filial a la Madre de Dios. Que podamos descubrir cómo es que María nos guía y educa en las actitudes interiores de entrega generosa a Dios y a los hermanos.
La primera venida del Señor se realizó gracias a ella, por eso todas las generaciones la llamamos Bienaventurada. El día de la Anunciación comenzó en el tiempo la historia real de la salvación, la obra más grande de Dios. Grande es el misterio de la vida y mayor el de la vida humana. Pero infinitamente mayor es el misterio de la vida divina encarnada en un cuerpo humano para siempre. Hoy queremos aprender de ella el estremecimiento y humildad de cómo se espera y se prepara la venida de Emmanuel: Dios con nosotros. La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido devuelta en María. Madre de todos los hombres, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva. Durante todo el Adviento, se la evoca, se le agradece, se le canta y se la enaltece a aquella que fue la que accedió libremente a ser la madre de nuestro Salvador “ el Mesías, el Señor”.Que este tiempo sea propicio para incrementar nuestro amor filial a la Madre de Dios. Que podamos descubrir cómo es que María nos guía y educa en las actitudes interiores de entrega generosa a Dios y a los hermanos.
Juan
El anuncio del nacimiento de Juan es solemne. Se realiza en el marco litúrgico del templo. Desde la designación del nombre del niño, elegido por el Señor, hasta su nacimiento, que es motivo de un admirable poema en acción de gracias y descripción del futuro papel del niño. Será el precursor del Mesías, su papel es muy preciso, dará a su pueblo el conocimiento de la salvación, provocando en él la acción de gracias, la bendición, la proclamación de los beneficios de Dios expresado por el “Bendito sea el Señor, Dios de Israel”. El sentido exacto de su papel, su voluntad de ocultamiento, han hecho del Bautista una figura siempre actual a través de los siglos. No se puede hablar de él sin hablar de Cristo. Su ejemplo siempre permanece ante nuestros ojos, desprendiéndonos de uno mismo para entrar en contacto con Cristo y poder preparar los caminos del Señor, anunciando la Buena Noticia, como lo hizo él.
Este tiempo es para vivirlo cada uno en particular, en nuestras alegrías y miserias, en nuestras convicciones y tentaciones, siendo capaces de descubrir desde lo profundo de nuestro ser y de nuestra vida, que Cristo es nuestro redentor y viene a nuestra vida.
El mejor deseo y oración para este tiempo es “Ven, Señor Jesús” a nuestras vidas, porque te estamos esperando.
El anuncio del nacimiento de Juan es solemne. Se realiza en el marco litúrgico del templo. Desde la designación del nombre del niño, elegido por el Señor, hasta su nacimiento, que es motivo de un admirable poema en acción de gracias y descripción del futuro papel del niño. Será el precursor del Mesías, su papel es muy preciso, dará a su pueblo el conocimiento de la salvación, provocando en él la acción de gracias, la bendición, la proclamación de los beneficios de Dios expresado por el “Bendito sea el Señor, Dios de Israel”. El sentido exacto de su papel, su voluntad de ocultamiento, han hecho del Bautista una figura siempre actual a través de los siglos. No se puede hablar de él sin hablar de Cristo. Su ejemplo siempre permanece ante nuestros ojos, desprendiéndonos de uno mismo para entrar en contacto con Cristo y poder preparar los caminos del Señor, anunciando la Buena Noticia, como lo hizo él.
Este tiempo es para vivirlo cada uno en particular, en nuestras alegrías y miserias, en nuestras convicciones y tentaciones, siendo capaces de descubrir desde lo profundo de nuestro ser y de nuestra vida, que Cristo es nuestro redentor y viene a nuestra vida.
El mejor deseo y oración para este tiempo es “Ven, Señor Jesús” a nuestras vidas, porque te estamos esperando.